A lo
largo de la historia reciente las actividades industriales han generado una serie
de sistemas productivos que paulatinamente se han ido incorporando a nuestra
herencia cultural. Son resultado de un proceso de toma de conciencia patrimonial
en el que se integran la necesidad de conservación de sus testimonios materiales
y la transmisión de la memoria asociada a cada actividad en un entorno territorial
concreto.
Los
testimonios de la industrialización constituyen un legado imprescindible para comprender
la historia española de los dos últimos siglos. Estos elementos industriales
nos ayudan a comprender la evolución de un territorio, su espesor histórico y
la definición de su paisaje, ya sea urbano o rural, convirtiéndose de este modo
en testigos claves a la hora de definir su memoria.
Todo
esto, abarca una línea de investigación de lo industrial que va desde la memoria
y cultura del trabajo a los paisajes industriales, pasando por la arquitectura
industrial, las artes y el urbanismo industrial. En su conjunto, símbolos que
caracterizan un estrato histórico y que merecen ser rescatados del olvido, sin
caer en el populismo que conlleva a la apertura de infinitos centros de
interpretación y ecomuseos cuyo tema principal es el legado industrial.
Las
antiguas fábricas que envejecieron debido al abandono de la actividad
productiva en ellas tras la terciarización de la economía, se reutilizan en claves
culturales para actuar como grandes contenedores de la cultura contemporánea.
Así, los antiguos mataderos se disfrazan de espacios expositivos y de trabajos
para artistas, los gasoductos de viviendas o los corrales de artesanos en
tiendas comerciales.
La
extensión de estas actuaciones es cada vez más ambiciosa, llegando a intervenir
en una zona importante de la ciudad. Aparecen así intervenciones de
revitalización cultural como las del puerto industrial de Bilbao o las márgenes
del Sena en París, que ponen de manifiesto el objetivo común de todas estas
acciones: la recuperación de los modos de vida.
Ría de Bilbao en 1961.
Corporacion Administrativa del Gran Bilbao. Ayuntamiento de Bilbao.
En
este sentido, la labor realizada por La Caixa es destacable. La entidad
financiera apuesta por la recuperación de espacios industriales obsoletos para
la promoción de arte, ya que la ocupación del territorio no es infinita, como
tampoco la capacidad del planeta para absorber y eliminar los residuos. Por
ello, la reutilización de la arquitectura industrial preexistente, además de
renovar la vida del elemento arquitectónico, plantea la posibilidad de mejorar
la actividad comercial, la calidad de vida del ciudadano y su oferta y
formación cultural.
El
último elemento arquitectónico que se une al proceso de revitalización de
espacios industriales obsoletos, empezado por la fundación la Caixa en el año
1993, se ubica en Sevilla. El proyecto del arquitecto Guillermo Vázquez
Consuegra para las Reales Atarazanas, devuelve a la ciudad un espacio destinado
para la vida social y la contemplación. Lamentablemente, estos últimos días se
ha podido confirmar que el proyecto no se llevará a cabo en el lugar para el
cual fue diseñado. Los antiguos astilleros del siglo XIII que abrían paso a
CaixaForum Sevilla, creando en ellos un espacio abierto, mediante la
eliminación del muro exterior, que permitía su visión directa desde el
exterior, desde donde se podrían haber observado las arcadas que conforman las
distintas naves diseñadas en su origen para albergar barcos y la muralla
medieval islámica, ya no existirá.
El
nuevo centro proyectado conforme al lugar, entendiendo el entorno como parte
integrante del mismo, se desplaza a la base de la Torre Pelli, alejada del
lugar para el que fue conceptualizada la intervención. Un entorno vacío de ciudadanía,
capricho y excusa del alcalde de la ciudad, que se aleja de los ideales de las
intervenciones de la fundación y que transforma uno de los astilleros más
antiguos de España en una moneda de cambio sin valor. De este modo, la Torre Pelli devorará CaixaForum
Sevilla y será, como afirmó Vázquez Consuegra,
“un fracaso de la ciudad de Sevilla, uno más”.
La
revitalización de estos elementos de la producción conlleva, no sólo la
reutilización del edificio que se hallaba abandonado y olvidado, sino la
recuperación de su entorno, siendo actuaciones cada vez más extensas,
convirtiéndolos en el motor de la transformación de áreas completas de tejido
industrial obsoleto. No obstante, el proceso de gentrificación de estos
espacios, a pesar de llevar asociado la reconversión del nivel, que no la
calidad, de vida de sus habitantes, supone un importante impulso económico y
cultural para la ciudadanía.
Así,
si también pensáis que estas actuaciones, que desarrollan un proyecto cultural
por medio del arte, recuperan los espacios olvidados de sus industrias, de su
patrimonio industrial, creando, una oportunidad para activar nuestra memoria
histórica bajo una nueva mirada, os propongo que firméis a favor de la
rehabilitación de las Reales Atarazanas de Sevilla como centro cultural
CaixaForum en el siguiente enlace.
Entre
todos podemos construir una mirada diferente, contemporánea y reciclada. Una
mirada donde nada es permanente porque todo está en constante movimiento y que
apuesta por la conservación de las huellas del pasado.