jueves, 31 de enero de 2013

Rasgos de lo patrimonial

Uno de los aspectos fundamentales en el desarrollo de mi tesis doctoral es el de patrimonio, ya que su conceptualización global sirve de base para entender cómo el elemento arquitectónico de calidad sobrevive en el tejido urbano al transcurso del tiempo para llegar formando parte activa de la ciudad contemporánea.
La evolución de este término se origina anteriormente en la historia que el de paisaje. Podemos remontar su origen a la aparición del vocablo ‘memoria’ (mementum) ya presente en la Edad Antigua vinculado a las culturas egipcias, griegas y romanas. No obstante, su máximo esplendor se alcanza a través del arte, ya que es difícil separar la vida de éste. La belleza y la estética de los distintos elementos tienen una componente subjetiva, capaz de despertar en el observador inquietudes y conmoverlos, que los hace atractivos y objetos de coleccionismo.
Por ello, el patrimonio no se acaba, siempre está redefiniéndose, reconstruyéndose a sí mismo y al tejido urbano en el que se inserta. Al igual que no podemos entender el paisaje sin la condición humana, no podemos entender el patrimonio sin sujeto. Todo lo que genera identidad es patrimonio, por lo tanto, es una construcción colectiva y cultural.
Podemos afirmar que los tres pilares del patrimonio son la autenticidad del elemento arquitectónico, la defensa de lo público y el factor del desarrollo. En cuanto a su desarrollo, la producción de bienes es intrínseca al hombre, ya que siempre ha fabricado objetos (ropa, lanza, máquinas,…) destinados a una utilidad mecánica, con una función determinada. Si la funcionalidad para la que fueron creados deja de ser útil, quedarán obsoletos formando parte de la memoria del olvido. Sin embargo, si a pesar de su abandono, constituyen elementos singulares, destacan y se transmiten de unos a otros, formando parte del imaginario colectivo que compone una sociedad.

Castillete del pozo San Luis. Foto: Ángel M. Bermejo (c)

La jerarquía de estos bienes protegidos viene establecida por la escala de valores que se le otorga al elemento y su importancia como punto integrante de la historia de un lugar y una sociedad. Como estas piezas nos atraen, son identitarios de un pasado, conforman el legado que heredar o dejar en herencia a las generaciones futuras. Este concepto define el momento en el que el patrimonio deja de ser nuestro y empezamos a preocuparnos lo que legamos a las generaciones venideras.
De todas las definiciones establecidas en torno al concepto de patrimonio, nos quedamos con la dictada por Georges Henri Rivière en la que establece que el patrimonio son “todos aquellos bienes materiales e inmateriales sobre los que, como un espejo, la población se contempla para reconocerse, donde busca la explicación del territorio donde está enraizada y en el que se sucedieron los pueblos que la precedieron. Un espejo que la gente ofrece a sus huéspedes para hacerse entender, en el respeto de su trabajo, de sus formas de comportamiento y de su intimidad”.
Debido a que se han dilatado los conceptos de patrimonio, existen muchos tipos de bienes (jardines, conjuntos, sitios históricos, zonas arqueológicas,…). Estos bienes son productivos, pueden funcionar como recurso social, pero para ello hay que gestionarlos de distinta manera, en relación a la época en la que nos encontremos. De este modo, podemos identificar distintas etapas según la capacidad protectora que se efectúe en el elemento arquitectónico; así en el siglo VI ac, se destruía lo ajeno para dominar la civilización foránea y en la década de los sesenta se realizaba una insistencia en relación al objeto aislado.
En la presente era patrimonial, hemos pasado a los bienes potenciadores del desarrollo. El patrimonio obliga a unas garantías en las que la transversalidad de su investigación requiere nuevos agentes implicados en una conceptualización más abstracta del término. No sólo corresponde a las Administraciones Públicas la carga de las políticas culturales, sino que la sociedad debe asumir responsabilidades en materias de protección, preservación y consumo del patrimonio, llegándose a incluir valores culturales, sociológicos, productivos, tecnológicos,… e incorporando el elemento arquitectónico en su contexto urbano.
La necesidad de abordar actuaciones de preservación y rescate del patrimonio y de crear acciones sociales que aboguen por la regeneración del tejido urbano en el que se ubican, es inevitable. Con ello no se pretende detener el proceso evolutivo de las ciudades, sino reorientarlo encontrando una relación patrimonio-sociedad equilibrada, ya que la transformación constante a la que ambos conceptos están sometidos perpetuan la imagen de ciudad a lo largo de los siglos. No es posible detener una ciudad en el tiempo como bien definía Ítalo Calvino en sus ciudades invisibles al definir Zora: ““Obligada a permanecer inmóvil e igual a sí misma para ser recordada mejor, Zora languideció, se deshizo y desapareció. La tierra la ha olvidado”; ya que las ciudades son creaciones realizadas por el hombre en constante y dinámica evolución.

Zora,oil and sand on canvas, 2006. 
Colleen Corradi Brannigan, cittainvisibili 

lunes, 21 de enero de 2013

El paisaje a través de la estética de lo sentimental


La forma en la que se ha representado la naturaleza y su paisaje ha estado condicionada por las actitudes que las distintas civilizaciones han tenido respecto a ella. Es en la Ilustración cuando se produce un nuevo cambio de mirada sobre el paisaje. Los artistas encuentran en la naturaleza la imagen romántica e idílica que buscan para sus obras y son capaces de despertar los sentidos de aquellos que las contemplan. En este sentido, debemos prestar especial atención a los pensamientos de Schpenhauer; el cual definió la contemplación de la obra de arte como acto desinteresado, como parte fundamental de su estética, y todo lo que es estético es bello.

Como dijo el también filósofo David Hume, “la belleza de las cosas existe en el espíritu de quien las contempla”, es aquí donde radica la complejidad del término, pues los cánones de belleza, al igual que las sociedades con las que se encuentra íntimamente ligada, varía con el paso del tiempo. Del mismo modo, la naturaleza, y con ella los paisajes que genera, se encuentra en un constante proceso de cambio, es cíclica, no tiene principio ni fin. El intento de conservar una belleza natural absoluta sería nefasto, pues en algún punto de la línea temporal de la historia, el ciclo se cerraría para dar comienzo a uno nuevo en el que los cánones que dictaminan lo bello y lo sublime, serán diametralmente opuestos.

La obra de Caspar David Friedrich, nos sirven para narran ese dramatismo acuciante en el paisaje. “Niebla”, por ejemplo, se muestra ante nuestros ojos como un ejercicio de adivinación, la niebla cubre toda nuestra mirada y hemos de dejar paso a la imaginación e intuición para poder apreciar la belleza, ya que como el propio Friedrich dijo: “cuando un lugar se cubre de niebla parece mayor, más sublime, y eleva la imaginación, y tensa la expectación como ante una muchacha cubierta por un velo. Ojo y fantasía se sienten más atraídos por la brumosa lejanía que por aquello que yace nítido y cercano ante la vista”.

Niebla. Caspar David Friedrich,1807.

Por otro lado, la Revolución industrial, supone un gran punto de inflexión en la evolución del concepto de paisaje. A través de la búsqueda de escenarios atractivos, románticos, inhóspitos y novedosos motiva la realización de viajes cuyo objetivo primordial se convierte en la indagación de parajes que conlleven ligados recuerdos e impresiones coleccionables. Estas colecciones se ven fomentadas gracias a la llegada del ferrocarril y de la cámara fotográfica.

La fotografía facilita la difusión de los paisajes al transformarlo en postal: no sólo encuadra con la luz oportuna un paisaje sino que lo mercantiliza al convertirlo en un producto de consumo. El afán coleccionista de los distintos paisajes que se presentan ante nuestras manos se convierte en un aspecto casi obsesivo de la sociedad y un elemento y hacedor de la cultura del ‘yo he estado ahí’, del turismo. La necesidad de constatar que aquello que aparece en las postales es real, nos demanda nuestra presencia en el mirador idóneo, lo que fomenta el viaje hacia ese lugar y convierte el paisaje en la imagen que enmarca nuestra ventana del ferrocarril. 

Es a través de estos viajes donde nace el esplendor de la poética del paisaje. Surge la posibilidad de mirar nuevos territorios, de fijarnos en ellos, con el fin de despertar sensibilidades a partir de la poética. El recorrido de los poetas por los distintos parajes de la época nos enseña a mirarlos, a apreciarlos, a entenderlos.  En sus versos, los paisajes tienen sensibilidad y movimiento, una mirada poética de aquello que conocemos y de nuevo descubrimos.

Mario Benedetti ha sido capaz de unir en unos versos la ciudad con lo natural y lo social para que la redescubramos, la caminemos de nuevo con nuestra lente fotográfica; eso sí, esta vez dándonos el placer de detenernos a contemplarla con admiración.

Si pudiera elegir mi paisaje
de cosas memorables, mi paisaje
de otoño desolado,
elegiría, robaría esta calle
que es anterior a mí y a todos.
Ella devuelve mi mirada inservible,
la de hace apenas quince o veinte años
cuando la casa verde envenenaba el cielo.
Por eso es cruel dejarla recién atardecida
con tantos balcones como nidos a solas
y tantos pasos como nunca esperados.
Aquí estarán siempre, aquí, los enemigos,
los espías aleves de la soledad,
las piernas de mujer que arrastran a mis ojos
lejos de la ecuación de dos incógnitas.
Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte,
hojas secas, bocinas y nombres desolados,
nubes que van creciendo en mi ventana
mientras la humedad trae lamentos y moscas.

Sin embargo existe también el pasado
con sus súbitas rosas y modestos escándalos
con sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera
y su insignificante comezón de recuerdos.
Ah si pudiera elegir mi paisaje
elegiría, robaría esta calle,
esta calle recién atardecida
en la que encarnizadamente revivo
y de la que sé con estricta nostalgia
el número y el nombre de sus setenta árboles.

Elegir mi paisaje. Mario Benedetti.

La elección de un territorio determinado es de vital importancia para las civilizaciones, ya que en él se hallan sus señas de identidad. A pesar de localizar un espacio perfecto en el que habitar, la capacidad de adaptación al mismo, nos lleva inevitablemente a su transformación, dejando en él huellas de nuestra presencia. 

Finalmente, el paisaje es un producto de nuestra mirada compleja y, por ello, tiene una fuerte componente subjetiva; depende directamente de las convenciones del arte y la literatura o de la disponibilidad del tiempo que nos permite observarlo. Del mismo modo, el paisaje lleva asociado a él una serie de valores que representa las civilizaciones que han dejado, a veces conscientemente y otras no tanto, su huella en él, lo que reclama una interpretación del mismo.






domingo, 13 de enero de 2013

Hacia un territorio más solidario

El año 2011 concluyó con la lectura de mi Trabajo Fin de Máster (TFM en adelante) bajo el título de "hacia un territorio más solidario: indicadores para la sostenibilidad en Doñana". Este hecho supuso el punto de partida de la investigación que estoy realizando en este momento, por ello, parecía relevante traerlo a colación en este post.

Para abordar el trabajo fin de máster partimos de un planteamiento general e interpretativo, que incide, no sólo en los aspectos más técnicos de nuestra disciplina sino que alberga aquellos puntos aún casi inexplorados por nuestros profesionales. De esta manera, conseguimos adquirir una mirada del territorio más nutrida, enriquecida y limpia. Una visión alejada de las ataduras que tradicionalmente la visión del arquitecto nos ha llevado.

De este modo, el texto desarrolla el tema de los indicadores de sostenibilidad territorial utilizados con carácter general. Para ello se analiza el caso concreto de Doñana y la realidad que presenta.


La evaluación de los indicadores de sostenibilidad se perfila como un proceso necesario como medio para optimizar los resultados obtenidos dentro del ámbito del Parque Natural, visualizar el estado de la situación en la que nos encontramos y establecer los parámetros de diagnosis del territorio y la sociedad objeto de nuestro estudio. Esto lo logramos mediante un estudio riguroso y exhaustivo de los indicadores a nivel nacional como factores claves para verificar el cumplimiento de los objetivos marcados por el modelo planificador de este ámbito (Plan de Ordenación Territorial del Ámbito de Doñana).

Desde el comienzo, mi tutor y yo, nos dimos cuenta que la temática elegida para este Trabajo Fin de Máster era excesivamente ambiciosa. No por ello, debíamos renunciar a la posibilidad de un planteamiento completo con el objetivo futuro de la tesis doctoral. De este modo, el cuerpo de la tesina quedaba reducido a los siguientes objetivos generales:

I. Analizar la nueva realidad territorial presente en Doñana.


Autorretrato, desierto de Doñana. 1984. Jorge Camacho

El interés de profundizar en un territorio denominado “natural”, para tratar de transgredir la terminología natural y los límites que lo definen. De esta manera, acercarnos a Doñana con una mirada “in visu”, desconocedora y capaz de liberarnos de pre-juicios, en su mayoría, infundados. Del mismo modo, analizar un territorio enriquecedor, no sólo por su importancia “natural” a nivel mundial, sino por la gran cantidad de imágenes simbólicas, patrimoniales (entendiendo esto último como la intervención cultural en el territorio) y culturales. El territorio en el parque se nos muestra como un complejo entramado de acciones superpuestas generadas por la acción humana sobre el medio físico. Una Doñana muy diferente a la que nos encontrásemos en 1969. Una vez analizado todo esto, establecer las fortalezas de este territorio, así como sus elementos de excelencia para identificar las actuaciones estratégicas, que nos llevarán a un territorio más sostenible. Una Doñana con mayor ámbito, mayor preocupación y mayor protección.

II. Estudio de los indicadores de sostenibilidad a escala global.


f,l,o,w,e,r,s. Norihiko Terayama. Studio Note

Definir, de manera general, cuestiones básicas a cerca de indicadores. Entendiendo éstos como factores claves para verificar el cumplimiento de un modelo planificador. La evaluación de los indicadores de sostenibilidad se perfila como un proceso necesario como medio para optimizar los resultados obtenidos dentro del ámbito del Parque Natural, visualizar el estado de la situación en la que nos encontramos y establecer los parámetros de diagnosis del territorio y la sociedad objeto de nuestro estudio. Esto lo logramos mediante un estudio riguroso y exhaustivo de los indicadores a nivel nacional como factores claves para verificar el cumplimiento de los objetivos marcados por el modelo planificador de este ámbito (Plan de Ordenación Territorial del Ámbito de Doñana).

III. Análisis del alcance de la sostenibilidad establecida en el Plan de Ordenación del Territorio del Ámbito de Doñana.

El Plan de Ordenación del Territorio del Ámbito de Doñana (POTAD en adelante), establece una serie de objetivos. De este modo, quedan fijados con claridad unos generales y unas líneas de actuación pero sin determinar ninguna herramienta de medida de los mismos. NO introduce indicadores; por lo tanto, en los objetivos que marca el planeamiento existen cuestiones a las que vincular indicadores. Para una correcta detección y aplicación de los mismos habrá que sistematizar los objetivos, de manera que se agilice la detección del alcance de cada uno de ellos con el fin de lograr una rápida y eficaz localización de los parámetros verificables. En cuanto a esto, se nos plantean una serie de cuestiones que responder: ¿Cuál es el alcance de estos objetivos? ¿Qué indicadores serían aplicables al POTAD? ¿Cómo establecerlos de manera que lleven a cabo el cumplimiento de los objetivos del mismo? 

A modo de conclusión destacaremos la presencia de un modelo planificador desde una mirada obsoleta. Por lo tanto, existe una ferviente necesidad de cambio, de control.

IV. Establecer los indicadores que, de acuerdo con el perfil cultural, social y natural que se desea de Doñana, sean los más apropiados para definir y evaluar la sostenibilidad en este espacio.

Como resultado de este estudio, presentamos una sistematización que contenga aquellos indicadores que sean claves a la hora de controlar y evaluar los distintos aspectos establecidos por el modelo planificador.


Elaboración propia

De esta manera, establecemos una batería de indicadores cualificados y adaptados al ámbito de Doñana que, de acuerdo con el perfil cultural, social y natural que se desea, sean los más apropiados para definir y evaluar la sostenibilidad en este espacio. Se crean así criterios de adecuación por y para el parque. Éstos deberán ser capaces de profundizar en la calidad de los espacios contenidos dentro del ámbito del parque y, del mismo modo, deberán se cualificados para utilizarlos en el ámbito de Doñana por el futuro Observatorio de la Sostenibilidad que se instalará en el parque. Del mismo modo serán capaces de: prevenir y reducir la contaminación medioambiental y fomentar la producción y el consumo sostenibles; fomentar una sociedad democrática, cohesionada, sana, segura y justa que respete los derechos fundamentales y la diversidad cultural; fomentar una economía próspera, innovadora, rica en conocimientos, competitiva y respetuosa con el medio ambiente; garantizar que las políticas internas y externas de la Unión Europea son coherentes con el desarrollo sostenible.



Presentamos este trabajo con una imagen de cabecera potente, que nos acompaña a todo lo largo de él. Se trata de un cordel, una línea (una línea de trabajo e investigación), de la que se ‘cuelgan’ una serie de elementos que son representativos del momento en el que nos encontramos. De este modo, cada uno de los elementos los identificamos con la problemática a estudiar en los capítulos del trabajo. Queda así representada la caracterización del ámbito de Doñana mediante la hoja y la mariposa, en referencia a la importancia del espacio natural objeto de estudio; el reloj de arena, caracterizado como el tiempo en la planificación y en el uso de los indicadores de sostenibilidad; el casco como seña de identidad de la antropización existente tanto en una parte como en la otra; el papel arrugado, como los tantos repletos de reflexiones y apuntes personales que van a parar a la papelera a lo largo del desarrollo de este documento.


Elaboración propia




miércoles, 9 de enero de 2013

Propósitos para el 2013

Ahora que han pasado las fiestas y, tras este parón navideño, volvemos con más fuerza y ansiando demostrar los múltiples cambios (no sólo los propósitos del año nuevo sino los del mundo nuevo) que debemos experimentar para avanzar hacia un futuro más sostenible.

Bernardo Secchi, en su artículo “Le condizioni sono cambiate” (Las condiciones han cambiado) para la revista Casabella (1986), dejaba patente los cambios claros y constantes que se estaban produciendo en nuestras urbes. Éstos no sólo hacen referencia al crecimiento desmesurado, casi incontrolado, de las ciudades que favorecen la ciudad difusa y extensiva en lugar de una compacta y concentrada, capaz de albergar una gran variedad de usos y por ello, más habitable, más sostenible, sino, de igual manera, se menciona el descenso de la población. Por otro lado, la multiplicación descontrolada del ser humano nos está conduciendo a conformarnos con un hábitat más pequeño, casi sin privacidad, como en ‘una caja de zapatos’. Parece que la sociedad actual está condenada a vivir en espacios reducidos, como Bruce Willis en la película El quinto elemento, donde se viva en ‘ratoneras’ conectadas por un pasillo, esté todo dosificado, medido y milimetrado y donde la ventana al exterior sea un artículo de lujo.

El quinto elemento,1997. Luc Besson. 127 min.

Esto se ha visto acrecentado en las últimas décadas y de ahí la necesidad de un cambio. Un cambio en nuestras ciudades, que continúan con la utilización de pautas y modelos planificadores, a pesar de su obsolescencia y la falta de resolución de problemas que, debido a esto, generan. Un cambio general en la sociedad, como estamos viviendo estos días con los manifestantes de Sol. Pero no sólo la sociedad debe cambiar. La mentalidad con la que afrontamos según qué tipo de intervenciones, también. Del mismo modo, Secchi nos hablaba del desmantelamiento que están sufriendo las zonas industriales de determinadas ciudades.

Obsolescencia industrial. Iñako82.

¿Cómo solucionar los múltiples espacios industriales que se encuentran obsoletos en nuestras ciudades? Para poder llegar a una respuesta equilibrada, potente y satisfactoria para todos debemos plantear aspectos que hagan de estos espacios y del tejido urbano en el que se insertan, lugares más interesantes y adecuados para la sociedad, que verdaderamente será quien lo disfrute, quien lo viva y lo haga posible. Para ello, debemos alejarnos de la idea preconcebida que tenemos los técnicos de la búsqueda de respuestas. Las respuestas ya existen, han existido a lo largo de la historia. Es el momento de comenzar a plantearnos preguntas, ¿cómo salimos de aquí?, ¿cómo cambiamos esto?, ¿cómo iniciamos un nuevo ciclo?

Para no caer en el error debemos alejarnos de una mirada hacia atrás (como hemos hecho a lo largo del siglo XX), pues ésta se acerca a la materialidad proyectual y existen cuestiones invisibles, a las que es necesario dar cabida teniendo en cuenta a todos los agentes. Lo invisible se vuelve visible si lo miras desde una determinada mirada.