lunes, 11 de marzo de 2013

Las últimas huellas en el paisaje


El paisaje es un producto de nuestra mirada compleja y, por ello, tiene una fuerte componente subjetiva; depende directamente de las convenciones del arte y la literatura o de la disponibilidad del tiempo que nos permite observarlo. Del mismo modo, el paisaje lleva asociado a él una serie de valores que representa las civilizaciones que han dejado, a veces conscientemente y otras no tanto, su huella en él, lo que reclama una interpretación del mismo.

Y son estas huellas, convertidas en marcas en la ciudad, las que conforman los paisajes de principio del siglo XX. Estas huellas son las que Ignasi Solà-Morales, catedrático de Composición Arquitectónica en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, entiende como parte fundamental de la comprensión del paisaje.
La identidad, el genius loci, que cada sociedad ha construido, es una memoria selectiva de los distintos hechos históricos, relaciones sociales y singularidades de un paisaje. De este modo, por ejemplo, Viena decide identificarse con sus construcciones imperialista de principios del siglo XX, y no por su arquitectura  secesionista.

De esta manera, las huellas de identidad del paisaje se convierten en marcas con las que publicitarlos  y hacer que sean atractivos, no sólo para sus habitantes sino generar un sentimiento de atracción mundial, donde el turista sea su mejor promotor y se rentabilicen estos paisajes. A comienzos del siglo XX, las agencias publicitarias se profesionalizan y la creatividad se convierte en el factor clave de la publicidad. Con la inclusión de ésta última en todos los asuntos de la ciudad, la identidad del paisaje se convierte en marca.

La marca pasa a convertir el paisaje en una imagen icónica y sublime de los espacios, una imagen verdadera y cotidiana. Un paisaje tan contaminado y alterado como real. Comienza así, a surgir la belleza en paisajes que evidencian la destrucción; ahora son bellas las escenas de gasolineras, carreteras interminables, grandes aparcamientos, piscinas despobladas o trozos de ciudad abandonados. Una iconografía que pasa a convertirse en símbolo de la cotidianeidad y en los nuevos paisajes. Aparecen los paisajes pop.

Lo urbano, los suburbios, las zonas industriales, las vías del tren o las nuevas áreas en construcción toman relevancia en cuanto a la representación de los paisajes. La soledad se vuelve atractiva, y es ésta soledad la fuente de inspiración de Edward Hopper. Centrando su obra en Nueva York, pero perfectamente transferible a otros lugares, el artista capta esa soledad que le invade en la gran ciudad, se aleja de la moda y el progreso para centrarse en representar los paisajes tal y como son, tal y como se sienten. La conceptualización de estos  pasajes se vuelve más compleja aún, ya que como Freud indicaba en El malestar de la cultura, a razón de lo complicado de analizar los sentimientos, “se puede intentar la descripción de sus manifestaciones fisiológicas […], pero cuando esto no es posible…, no queda sino atenerse al contenido ideacional que más fácilmente se asocie a dicho sentimiento”.

Nighthawks. Edward Hopper. 

Por lo tanto, Hopper consigue crear paisajes en los que se representan universos personales y completamente diferentes a los que hasta el momento se habían expuestos a la sociedad. Paisajes contaminados, paisajes solitarios, cargados de esa sensación de soledad y melancolía que invade al observador al contemplarlos e intentar buscar ‘vida’ en ellos a través de sus ventanas.

Del mismo modo, el artista Edward Ruscha ha realizado una fuerte contribución a la concepción de estos paisajes. El abandono de la naturaleza como representación máxima de los paisajes, junto con la inclusión de palabras, es una parte fundamental de su obra. La vida cotidiana y la ciudad se convierten en lienzo para los artistas que buscan esos nuevos paisajes con los que identificarse, con los que conformar su identidad y cambiar el imaginario colectivo de la sociedad que demanda ese cambio.

Edward Ruscha
Future thinking/Ed Ruscha by Katieknowles

A pesar de centrar su obra en  EEUU, ambos artistas representan las situaciones que ocurren en muchas partes del mundo. La mirada fija sobre piscinas, gasolineras, calles, palmeras,… incitan a una mirada propia del entorno que refleja la nueva imagen de ciudad; se crea un nuevo paisaje que se aleja de la visión onírica tradicional del paisaje, para acercarse a representar las inquietudes intelectuales que tenían lugar. 

Estos paisajes están llenos de de motivos arquitectónicos, lo que define lo evocativo, enigmático y figurativo de los lugares, pero simultáneamente, se encuentran cargados de un gran valor reflexivo y melancólico.


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